24 July 2006

Cuando la vida te jamaquea Tercera Parte

Me prestaron una carcachita roja cuyas puertas no abrían por fuera, prendía con un botón, tenías que ponerle algo al espaldar del asiento porque sino quedaba acostada y cuando prendía el motor, sonaba como un avión... pero corría la Isla entera. En ella, pude hacer unas gestiones necesarias para empezar a volver a la normalidad. Los gatos, estaban encerrados en mi cuarto... lo había mapeado para que por lo menos pudieran moverse en un espacio más amplio. Estaban los pobres como en un estado de estupor... Pikachu, no salía de debajo de la cama y tenía que sacarlo para darle carino. El otro, que aquella madrugada se parecía al personaje de la tortuga marina de "Finding Nemo"; estaba aún en ese "trip". Ya no era blanco sino que había adquirido un tono gris ahumado. Según pasaron los dias, empezé a ver el propósito de toda esta experiencia...

Lo que había sido un vecindario frío, a medida de que me vieron mañana tras mañana entrar a la casa y salir tarde en la noche cubierta de hollín, empezaron a ofrecer consuelo, ayuda y oraciones. La vecina que me “resolvió” se fue ablandando poco a poco. Otro vecinos de la calle me ofrecieron un futón, un televisor y una mesita… pero como no había perdido nada de eso… pero me sentí agradecida de que si lo hubiese perdido ya lo hubiese reemplazado.

El martes vino una compañera, maestra de arte a ayudarme a poner la cocina y el baño en condiciones para usarlo- pues mi intención era volver a la casa lo más pronto posible. Dos vecinitos, (más por curiosidad que por otra cosa) me ayudaron a empacar la vajilla y a sacar agua. Quería volver a la casa porque habían dos enormes cucarachas en el baño del pasillo con cuarto y no podía bañarme con traquilidad- me parecía que me estaban ligando y se preguntaban en donde yo estaba metida que llegaba tan negra. Los baños tenían que ser largos pues el hollín se incrustaba en todas partes y tenía que utilizar un cepillo, un loofa y una piedra pomez para sacar el sucio, de los brazos, uñas y pies. Todo seguido de un ritual de cremas humectantes, auto-masajes y oraciones… muchas oraciones. En fin… este relato continuará …