Presentí tu presencia
y seguí la vida como si nada…
Te recibí con alegría y temor.
Entre copas y conversación,
sentía el torbellino que surgía…
y en tus ojos vi asomarse
el terror más de una vez.
Me hablaste con ternura
y lloré por dentro tus dudas.
Tu mirada perforándome el alma.
Me di cuenta cuánto habías sufrido…
Quise consolarte, más supe cómo
y acallé la voz de mi interior.
El frío caló mis huesos.
Mas no me sentí, ni triste,
ni decepcionada sino en paz…
Te vi marchar incierto, pero tranquilo…
Mientras tanto, me marché a la cama
con la certeza de que todo es posible…
©TGC 2005
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